La pobreza, definida en términos económicos, se constituye como causa y elemento, tanto de moderación como de confusión, de las relaciones entre desnutrición, rezago en el desarrollo intelectual y pobre rendimiento escolar.
Basándose en un estudio longitudinal de 785 niños de 3 años de edad1, el autor nos demuestra cómo vivir en condiciones de pobreza restringe las oportunidades de desarrollo del potencial intelectual y rezaga directa e indirectamente el desarrollo infantil.
De forma directa, la pobreza condiciona el CI de las poblaciones a las que influencia (coeficiente intelectual), al cual ubica consistentemente por debajo del de las poblaciones no pobres. Sin embargo, de forma indirecta, la influencia de la pobreza se ve condicionada por la existencia de factores de riesgo, los cuales limitan el funcionamiento intelectual tanto de niños pobres como no pobres. Dentro de dichos factores se encuentran la presencia del padre, el nivel educativo de la madre, el soporte social, la densidad familiar, el estrés ambiental, etc; factores que toman en consideración el entorno familiar, social y natural, y que se potencian conforme aumentan en número y en tiempo de exposición.
En el Perú, dentro del contexto de las políticas sociales y los análisis sobre la distribución de ingresos, la pobreza es una realidad que registra sus índices más altos en las zonas rurales de la sierra y la selva; zonas en las que los niños suelen rendir menos en el logro de pruebas estandarizadas y tener un rendimiento escolar consistentemente más bajo que en zonas urbanas.
¿Qué podemos hacer los maestros?
Las posibilidades de alcanzar los aprendizajes esperados en escuelas inscritas en contextos vulnerables, a pesar que se ven reducidas por sus condiciones estructurales, no deben extinguirse.
La labor pedagógica, en ese sentido, será mucho más desafiante y exigirá más dinamismo en las sesiones para compensar la adversidad y poca estimulación que le ofrece el entorno a los estudiantes. Asimismo, requerirá de una mayor paciencia en la exigencia de logros de aprendizajes estandarizados, y una mayor comprensión de las capacidades de sus estudiantes, descartando el desmerecimiento o las comparaciones y apostando por el reconocimiento de lo que se va logrando.
Cabe precisar que el luchar contra las estructuras del sistema y sacar de los focos de violencia estructural a poblaciones enteras no será posible solo por el accionar docente. En ese sentido, es importante que como docentes no vendamos humo y llenemos la cabeza de nuestros estudiantes con la utopía de la "aculturación" como medio fiable para la inserción a la sociedad hegemónica, y por lo tanto, la solución a todos los problemas. Todo lo contrario, nuestra labor debería centrarse en brindar herramientas que confieran posibilidades de acción, contextualizadas, y pensadas para que nuestros estudiantes desarrollen su libre albedrío y libertad, (Sen, 2000); para que desarrollen lo que, no por casualidad, se les restringe desde hace mucho.
1 Brooks-Gun, J. Klevanov, P. Fong-Ruey, L. y Duncan, G. Toward and understanding of effects of Poverty on Children. Nueva York: Garland Publishing, 1995.